Folleto ‘Cómo afectan las adicciones a las redes sociales en la salud mental de las y los adolescentes’
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6 junio, 2024Los mercados municipales fueron creados como un servicio público destinado a garantizar el abastecimiento de alimentos a la población, en especial los alimentos frescos. El problema es que los mercados se mueren y nos los están quitando de las manos sin que nos demos cuenta. Las causas que nos han llevado a este punto de inflexión son manifiestas: las imposiciones de la alimentación global, la irrupción de los supermercados, la canibalización del espacio con la excusa de la remodelación, la privatización de un servicio público y la tendencia de transformar algunos mercados en museos y templos gourmet está modificando la verdadera esencia de los mercados.
Creemos que es el momento idóneo para establecer alianzas y fortalecer vínculos con instituciones afines y así amplificar la voz de aquellos y aquellas que entienden la alimentación desde la perspectiva de un bien común y que están empeñados en implicarse en el futuro de nuestros mercados. En este sentido, Justicia Alimentaria, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU), la Red de Supermercados Cooperativos y la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA) han dado un paso al frente con su incorporación al manifiesto promovido por Justicia Alimentaria.
Es decir, organizaciones sociales y ecologistas, agricultores y ganaderos, consumidores, economía social y padres y madres de alumnado conforman una red para hacer un llamamiento público a otras entidades y organizaciones que quieran transformar, revitalizar y ampliar el servicio público de nuestra red de mercados municipales. Porque decidir sobre nuestra alimentación empieza por reforzar el servicio público que debería cumplir cualquier mercado municipal: garantizar una alimentación local, justa y verde al entorno próximo.
Por unos mercados municipales públicos, locales, justos y verdes
EL MANIFIESTO
Desde hace tiempo se viene reclamando una Política Alimentaria Europea que provoque una reconversión urgente de los sistemas alimentarios globalizados y dominantes, vistos sus efectos y externalidades negativas sobre la sociedad y el medio ambiente, y una transición hacia lo que podríamos llamar circuitos cortos de alimentación o redes y sistemas alimentarios de proximidad.
Para conseguirlos hace falta actuar sobre muchos puntos de la cadena alimentaria. Uno de los más importantes, justamente porque es uno de los centrales en el modelo predominante actual, es el de la distribución y comercialización de alimentos. Hay que recuperar, para la gente, ese eslabón que ha quedado, de manera casi exclusiva, en manos de grandes corporaciones.
Una de las pocas infraestructuras alimentarias que, aparentemente, está todavía en manos públicas es la red de mercados municipales. Aparentemente porque, después de décadas de abandono, se empezaron una serie de políticas que está desvirtuando su función original y su razón de ser como equipamiento público alimentario.
Las políticas públicas han llevado a los mercados municipales a la crisis y, literalmente, se mueren. Esto es un hecho conocido, reconocido y publicado en multitud de informes, declaraciones, campañas o eventos de las propias administraciones públicas.
Las imposiciones de la alimentación global, la irrupción de las grandes cadenas de supermercados, la cesión a empresas privadas del espacio con la excusa de la remodelación, la privatización de un servicio público y la tendencia de transformar algunos mercados en museos y templos gourmet está modificando la verdadera esencia de los mercados.
Este manifiesto es una llamada urgente a la acción de las instituciones públicas y ciudadanías para reclamar, repensar y revitalizar los mercados municipales como infraestructuras vitales para el acceso a una alimentación saludable y local. Es, si cabe todavía más, una petición a las administraciones locales para que protejan su papel fundamental como espacio para conectar la producción local de alimentos con el consumo de las vecinas y los vecinos.
Nos negamos a aceptar que, ante la agonía de los mercados públicos, la solución sea el abandono y cierre, la entrega del recinto a una gran cadena de supermercados o la espectacularización de los mismos transformando una infraestructura pública que debería ser un elemento central de la compra alimentaria asequible, en monumentos turísticos, espacios gourmet o locales para eventos.
Ante este panorama, las organizaciones firmantes de este manifiesto rechazamos el ocaso y el expolio que están sufriendo los mercados municipales:
- Hay que recuperar el control público de los mercados municipales y reconectarlos con los sistemas alimentarios locales para restituir su función original de ofrecer alimentos saludables, asequibles, sostenibles y de proximidad a la población.
- Hay que convertir los mercados municipales en centros de dinamización alimentaria de los barrios, incorporando elementos como cocinas comunitarias para comedores colectivos, obradores cooperativos, espacios de formación y educación alimentaria.
- Hay que integrarlos en estrategias de alimentación pública: integrar los nuevos mercados municipales en estrategias de alimentación pública que los vinculen con redes de compra de centros educativos, sociosanitarios o comedores sociales, promoviendo el acceso a una alimentación saludable para toda la población.
- Hay que defender sin titubear que los mercados municipales son de la gente y para la gente. Son lugares para poder realizar la compra de alimentos de manera habitual, sabiendo que ahí dentro vas a encontrar alimentos con una serie de atributos sociales, de salud, ambientales y climáticos. Que los vas a poder comprar porque tienen unos precios asequibles. Y todo ello porque son públicos y porque las administraciones locales tienen la responsabilidad de ofrecerlo.
Si todas las partes de los sistemas alimentarios locales son importantes, el eslabón final de la cadena lo es especialmente, un lugar donde las administraciones públicas deberían jugar un rol importante. Sin el apoyo público adecuado es muy difícil que este tipo de infraestructuras de comercialización puedan disputarle la hegemonía a la distribución alimentaria capitalista. La implicación de lo público en estos mercados u otras formas de comercialización de proximidad, significa mandar un mensaje: la alimentación es un derecho humano y, como tal, es el deber de las administraciones públicas responsables protegerlo, facilitarlo y llevarlo a la práctica.
No es un favor que nos hacen, es su deber y ES NUESTRO DERECHO.
Los mercados serán siempre nuestros.